7 de noviembre 1917
Se trata de una fecha muy importante de todos los que nos consideramos de izquierda revolucionaria. Sin embargo, sería hacerle muy poco honor tomar el aniversario como una mera oportunidad de recordar nostálgicamente la imponencia de la intervención de las masas rusas, el prestigio y la talla de revolucionarios de Lenin y Trotsky y la toma del Palacio de Invierno de los zares en medio de un mar de banderas rojas.
Es cierto que podemos y debemos recordar –e incluso, para muchos jóvenes, hacer conocer– aquellos aspectos que hicieron de la revolución rusa, en gran medida, el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad. Pero muchos dirán que ya no pertenece a nuestra realidad. Que es puro pasado, sin la menor relevancia presente ni mucho menos algún germen para el futuro.
Por el contrario, el sentido de nuestra reivindicación de la revolución rusa es demostrar que, en tanto fue verdaderamente el hecho más grande la historia humana, no es una pieza de museo cubierta por el polvo de las décadas, sino que sigue siendo un acontecimiento de extraordinaria actualidad.
Porque su voz no se ha acallado. Su fuerza no ha desaparecido. Sus lecciones aún se hacen carne y sangre, historia viva, en las luchas políticas, ideológicas y sociales del siglo XXI. Que no nos quieran engañar los mayores enemigos de la revolución rusa, el capitalismo y los que le cantan su alabanza por dinero: el fuego de la revolución rusa todavía quema. Y de ninguna manera se puede descartar que el siglo XXI que estamos comenzando a recorrer no anuncie la aurora de nuevas experiencias revolucionarias auténticamente socialistas.
Como decía Rosa Luxemburgo, la rusa fue la primera revolución hecha por las grandes mayorías en beneficio de estas mismas mayorías.
(Extracto de Cuando la clase obrera tomó el cielo por asalto, Manifiesto de Corriente Internacional Socialismo o Barbarie a 90 años de la revolución rusa - Revista SoB 21, noviembre 2007. Artículo completo en http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=8305)